martes, 31 de marzo de 2009

sexArte



Me gusta pensar en la mujer bien ganada, cuando se entrega completa, inconsciente de placer. Se me ocurre que el sexo es como el arte, en cada encuentro uno plasma parte de sí, entrega toda su luz y color, pintando un cuadro, esculpiendo cuerpo y alma, componiendo una sinfonía cada vez, dejando uno en el otro la mixtura de nuestras improntas.

Si, para mi el sexo es arte por 2 elevado al cuadrado.

lunes, 30 de marzo de 2009

Papelones


Uno pasa muchos papelones a lo largo de su vida, más cuanto más años carga en su espalda, pero siempre el primero y el relacionado al sexo opuesto es el que más duele.Siempre fui un chico taciturno, dividía mi tiempo entre correr a los rulerazos [1] con mis amigos y leyendo los libros que mi viejo tenía en su biblioteca, por eso terminé sabiendo sumar y restar en binario a los 9 años y terminar de leer "Colmillo Blanco" para sumirme en "El Castillo" de Kafka a la misma edad. Pero el tránsito de las hormonas es imparable tanto como irrefrenables son sus efectos.Recuerdo el primero de mis papelones, tenía unos 13 años, y fue frente a dos amigas muy lindas y algo más grandes que yo. Me viene a la memoria un tipo de veranos que ya no hay, incluso la luz del sol me parece más cálida, y no hablo de temperatura, hasta el pasto me parece más verde en mis recuerdos. Yo tenía una bicicleta azul, pintada a mano por mí y que portaba una hermoso asiento banana y manubrio palomita, plato grande y piñón chico para hacerles fuerza a las rodado 24 de mis amigos (la mía era rodado 20). Nos juntábamos en la esquina de Tucumán y Rivera, no por casualidad sino por las pequeñas ninfas que paraban precisamente en ese lugar, entonces se daban los más extraños coloquios entre uno y otro sexo. Las chicas, siempre más evolucionadas físicamente que lo dictado por la cronología nos inspiraban las más incomprensibles y a veces inconfesables fantasías. Todavía recuerdo esa sensación de euforia que no obedecía a causa conocida, que puedo comparar hoy a lo que se siente en los juegos previos al sexo.Aquella tarde me iba para lo de mi abuela materna en mi bicicleta, entonces al pasar por esa esquina me llama "L" una de las hermanas a las que todos pretendíamos, fui dócil como un pichicho, no recuerdo bien que fue lo que me dijo, pero creo era un mensaje para un amigo... Decepcionado, pero nunca vencido me quedé hablando con la hermana menor, "A" con quien tenía más afinidad, pero que gustaba de chicos más osados que yo. Terminada la charla, porque debía ir a lo de mi abuela, salí haciendo willy (andando solo sobre la rueda trasera) al mejor estilo Randy Mamola. Las hormonas me habían provocado amnesia, amnesia que tuvo un precio... Una hora antes, con la ayuda de una llave inglesa y dos cucharas sustraídas del armario de mi vieja había desarmado la rueda delantera de la bici para emparchar la cámara que ya no daba más. Con el apuro de ir a lo de mi abuela no había ajustado la rueda como correspondía, cosa que produjo dos cosas a saber: La primera fue que al bajar la parte delantera de la bici para concluir triunfal aquella profesional maniobra, la orquilla se clavara en el pasto y me diera un porrazo histórico, la segunda fue la carcajada general de las ninfas que observaban mi desgracia desde la esquina. Cuando desde debajo de la bicicleta, porque tenía el asiento banana apretándome la cabeza contra el pasto, vi la rueda delantera huyendo, alejándose de mi rebotando por la calle, odié ese momento, odié la bicicleta, odié a mi abuela, odié a las chicas pero principalmente me odié a mi mismo.Cabe aclarar que tanto "L" como "A" noviaron con otros chicos del barrio, quienes han tenido la suerte de sacarles mucho más que unos besos. Yo me hice humo y de la vergüenza empecé a parar en otra parte. Como corolario, tiempo después me enteré que "A" había dicho poco después del "desafortunado incidente" que quería ser "mi novia" pero ante mi ausencia había comenzado a salir con otro de los chicos.Con el tiempo aprendí que generalmente el temor al papelón o la vergüenza por un papelón tiene un precio más alto que el papelón mismo.[1] El rulero en conjunción con un globo se transforman en una especie de gomera con la que se pueden tirar con cierta potencia semillas de Paraíso.

lunes, 16 de marzo de 2009

Cortito


Yo no sé de las paredes que has levantado alrededor de tu esencia.

Sólo sé de la libertad que no te otorgas, de los placeres que no te permites, y del tiempo que no se detiene, ni siquiera por ti.

Distancia


Veo en tus ojos las nubes que cubren nuestro cielo. Ya no hay estrellas. Tus palabras son reproches, meras instrucciones, o simple censura. Pensé alguna vez que nuestros caminos eran uno solo, y la distancia al futuro era mensurable solo por nuestra voluntad de permanecer. Hoy veo los caminos, el tuyo y el mío, que no son el nuestro. Tu imagen languidece y los recuerdos felices ahora son sepia en mi cabeza, languidezco yo y me he vuelto gris a tus ojos. Hoy siento entre nosotros la distancia, esa distancia que no puede medirse en metros o kilómetros, esa distancia de la que sólo sabe el alma.

viernes, 6 de marzo de 2009

El borde de los sueños


Si es "si", y no es "no". Simple, conciso e indubitable. Incluso cuando apoyada en el marco de la puerta me sonreía, se notaba esa franqueza propia de la juventud. Eso me hizo reflexionar en que cuando uno crece y va llenándose de sabiduría, va perdiendo a la vez el desenfado y la simpleza. Entonces "si" se torna más condicional, y "no" está asociado a un sinfín de reflexiones. Sonrió. Su cuerpo en la mortecina luz del cuarto parecía dibujado prolijamente al carboncillo, era una imagen onírica, si era un sueño no quería despertar. Su seguridad me impresionaba y a la vez me excitaba. Se llevó un dedo a la boca, lo humedeció y luego la mano completa se perdió en sus bragas. Dejó escapar un leve gemido, yo miraba sus ojos entrecerrados, sus largas pestañas, su cabello suelto, revuelto. El fuego me consumía, podía percibir en el aire el perfume de su excitación, de la mía. Fuí hacia ella como un viento de tormenta. Mis manos se volvieron herramientas. Besé tiernamente su frente mientras acariciaba su nuca, besé luego su cuello, sus hombros, mi diestra encontró su mano mientras entre los dos dejamos que sus jeans cayeran al suelo, luego sus bragas. Besé su ombligo, sus caderas. Una de sus manos me tomó del pelo, mientras mi lengua hurgaba entre sus dedos, bañados de su jugo, ella separó aun más las piernas. La presión de su mano en mi cabeza, la intensidad de sus gemidos y las contracciones involuntarias de su sexo avisaban con natural certeza la llegada del primero. El segundo sería el mío, y el tercero de los dos. Observé su cuerpo a la luz plomiza de la luna, acaricié sus cabellos y su espalda hasta que quedó profundamente dormida, satisfecha, llena. Luego encendí un cigarrillo, y recostado en aquella cama observé como el humo se elevaba informe hacia el techo oscuro. Cuando crecemos, contracturamos lo simple, y entonces lo simple nos trastorna, disloca nuestros preceptos, y luego, muy cerca de terminar la jornada, nos damos cuenta de que al fin y al cabo de esa simpleza están compuestos los colores de esta vida. ¿Pero cómo volver atrás?-¿No te duermes? - me interrumpió sonriendo, asomada sobre la almohada. Admiré un instante la belleza de sus rasgos, mientras la respuesta salía de mi boca como si tuviese vida propia, así como el humo blanquecino que la acompañó.- No, mi dulzura, no me duermo porque temo despertar. Entonces me di cuenta de que salvo excepcionales regalos del destino, cuando somos adultos, nos conformamos tan solo con acariciar el fino borde de los sueños.

Animal



Se dice que stamos civilizados, en muchos casos domesticados, pero se hace de hecho imposible resistir a veces los embates de ese impulso instintivo, primitivo, que despierta nuestra esencia animal. Tal vez dosificar con exquisitez el ímpetu del animal que subyace en nosotros, es lo que a fin de cuentas nos hace buenos amantes. Enjaular a ese animal, en cambio, nos hace sexualmente transparentes e insípidos.

Si bien la lucha inconsciente entre lo civilizado y lo salvaje a veces sexualmente nos perturba, matar al animal que subyace en nosotros es eliminar del ser humano la naturaleza, por eso nunca la humanidad podrá ser del todo civilizada.

martes, 3 de marzo de 2009

El vuelo efímero


Uno de los tipos me miró, su palidez le hacía ver gris a la luz de la luna, o era gris, su rostro tenía una prosáica expresión de odio que lo deformaba aun más. Eran tres. Estaban de pie en aquel valle, donde los finos troncos de los árboles desnudos pintaban cortas sombras sobre la tierra seca, vestían ropas antiguas y su pelo era lagro y estaba sucio. Giré y extendí las manos hacia el terreno detrás de mi. A medida que sentía como mis antebrazos y mis manos parecían hincharse, del suelo brotaron cuatro nubes de materia oscura que se arremolinaban como pequeñas trombas. Cuatro figuras cobraron vida. Miré nuevamente a los hombres, si es que acaso podían ser hombres, ya que su piel gris, sus ojos negros, hundidos y esos dientes afilados no eran para nada humanos. Sentí una presión que bajaba desde la nuca que recorría mis brazos y mis piernas obligándome a inspirar profundamente, entonces me separé del suelo con suavidad. Perdí algo de altura y casi bajo nuevamente al suelo polvoriento, pero giré la palma de mis manos hacia el cielo oscuro y con renovada fuerza levanté vuelo, aun más alto que la altura de aquellos troncos desnudos. Mis cuatro hombres con ropas de cuero raído corrieron, yo volé velozmente, y erguido, viendo al nemigo desde el aire, inicié el ataque, cayéndoles encima como un halcón. Senti el poder como nunca antes lo había sentido, tanto que hasta pudo haber sido real.

Entonces el fino rayo de luz que entraba por la ventana me dió en los ojos, y perezosamente desperté.

Es curiosa esa sensación en sueños, en mi adolescencia soñaba que caía cada dos por tres, desde hace un tiempo empecé a volar, y cada vez que sueño que vuelo, me resulta más fácil, tanto levitar como controlar el vuelo, incluso en sueños sé que debo "sentir" el vuelo para poder volar. Lo curioso es que siempre vuelo erguido, nunca como superman... Espero no soñar que llevo ese ridículo disfraz.

Lapsus



Te miras al espejo, la mueca que haces con tus labios refuerza ese sentimiento. Uf! esos signos en las piernas, tuerces la cintura intentando apreciar el contorno de tus glúteos. Uf! celulitis, y ¡Por Dios! Una que otra estría. Luego me dices que no te gusta, entonces te pregunto ¿Por qué? a lo que respondes, "Porque son feas".
¿Por qué son feas, si tu perfume es el mismo, la luz en tus ojos es la misma, la suavidad de tu piel es la misma, la armonía de tus curvas, aunque diferentes hoy, continúan alentando y con más fuerza mis fantasías? ¿En qué te cambian?

Te inquietas, crees que trato de conformarte, pero a la vez sonríes, dudas.
¿Es que no las ves, a quien le pueden gustar?

Las veo, pero no las percibo, no las juzgo, no me importan, demasiado brillo emite la belleza de tu cuerpo como para que repare en tán minúsculo detalle, veo la belleza de la pintura y no el lienzo que la soporta. Sonríes.

Ven aquí y dedica un instante a disfrutarte, y luego, cuando hayas dado cauce a todo cuanto contienes, si acaso queires verte como te ves, aprecia tu belleza en el espejo de mis ojos.


De todas las mujeres que he conocido ninguna ha sido perfecta, y en eso justamente radica el que para mi todas sean perfectas, porque la perfección es para la mente y no para el cuerpo.

lunes, 2 de marzo de 2009

Seguirte



He paladeado cada partícula de tu perfume, cada molécula de tus feromonas finamente dispersas en el aire que te rodea.
Brillas de sexo en la noche oscura, y yo, complaciente moldeo en mi mente cada curva que promete tu cuerpo.

Mujer... ¿Cómo no he de seguirte si es evadir la vida no hacerlo?

Ensayo



A veces me pregunto qué pensaré, que extrañaré cuando me quede tan solo el pensamiento, cuando la inexorable llegada del tiempo sea ten cercana que pueda casi tocarlo con la punta de los dedos.Posiblemente viajaré a través de los recuerdos, intentando quedarme solo con aquellos buenos. Tal vez repase lentamente cada uno de ellos, saboreándolos, paladeando la dulzura de las formas, las texturas, los colores. Repetiré quizás algunas frases viejas, dichas hace tiempo por alguno de los fantasmas que bailarán ante mi. Es probable que intente, vanamente evitar escuchar los mensajes de mi cuerpo cansado y gastado, diciéndome con cada esfuerzo que ya no va más. Ante todo espero, al ver llegar a mi ventana el azul profundo de la noche, esa en la que todos los sueños me envuelvan, todos los sonidos se hagan uno, todas las formas dejen de ser formas y cada cosa termine de revelar sus secretos... Espero no pensar, ni siquiera por un efímero instante, que he dejado de este lado siquiera algún anhelo.
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