La mente, principlmente esa parte en la que habíta la memoria, muchas veces nos juega bromas crueles. Para bien o para mal, no es este el caso. Aun frescos después de años tengo tu mirada, tu aroma, tu voz, tu mirada y ese brillo diáfano, limpio, liviano, puro de tus ojos al mirarme, allí sentado, frente a ti en aquel departamento aquella tarde de verano.
En un tiempo lejano los planetas se saludaron, las estrellas resplandecieron, y lo que el capricho de la casualidad hizo pasión hoy es algo que cuesta comprender, aunque el fuego siga allí.
En un tiempo lejano la mujer del dragón me hirió de muerte, llenándome de una pasión que corroe mi alma.
En un tiempo lejano me amaste por un mero instante, y sin querer me amarraste a ti para siempre.
Texto: Javier A. Bence - Foto:Anka Zhuravleva
No hay comentarios:
Publicar un comentario