Te vi. pensativa, concentrada, no se si estabas escribiendo imaginariamente el prólogo de una novela o descifrando la inecuación de las almas que aun sin saberlo se saben.
Recorrí en silencio tu rostro, tus párpados tus pestañas esa pequeña nariz y esa boca que... ¿Sabría a frambuesa?
Me recosté un nanosegundo sobre el escritorio, oía tu respiración... Sonreías, y yo imaginaba que aunque a años luz, me sentías.
Luego retomé el ritmo del tiempo, todo se movió de nuevo, y ese instante en que te encontré, allí sentada, pensativa, concentrada, escribiendo imaginariamente el prólogo de una novela o descifrando la inecuación de las almas que aun sin saberlo se saben, te amé, te amé intensa y eternamente, y en un nanosegundo, como el big bang, nació y murió en mi tu universo.
Texto Javier A. Bence (Voroshin)
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